Camilo Henríquez, fraile de la orden de la buena muerte, fue el impulsor de los ideales libertarios a través de sus escritos publicados en el diario ”Aurora de Chile”, que dirigía. Colaborador de José Miguel Carrera, incentivó la creación de una biblioteca pública que se gestó en 1813, reflejando el interés del gobierno en la educación.
CAMILO HENRIQUEZ Y LA DIFUCION DE LAS NUEVAS IDEAS:
Fue Camilo Henríquez quién más hizo por las difusiones las nuevas ideas. Este fraile de la orden de la buena muerte, congregación que se preocupaba especialmente de la atención religiosa de los moribundos, había recibido en Lima una cuidadosa educación que despertó sus interéses intelectuales, lo que lo llevó a leer las obras de Jean-Jacques Rousseau, a pesar de la prohibición que pesaba sobre ellos. Esto le valió ser procesado por el santo oficio de la inquisición. Su orden decidió enviarlo a Quito donde en 1809 fue testigo de la represión con la que los realistas aplacaron el movimiento juntista. Estas experiencias y lo allí conocido, años más tarde, a escribir una obra de teatro que denominó “La Camila” o “La Patriota Sudamericana”. En 1811 regresó a Chile y casi de inmediato se vinculó a los grupos más radicales de la política de esos momentos. Su entrada en escena fue a través de la “Proclama de Quirino Lemachez”, un texto en el que, expresando su admiración por los colonos ingleses que en 1776 habían dado vida a los EE.UU, llamaba a los chilenos a lograr su propia libertad. Argumentaba que la naturaleza creó a todos los hombres iguales y que, alguien puede ejercer dominio sobre otros. Afirmaba fray Camilo que de este pacto no hay memoria y que tampoco se sabía que se hubiese celebrad por otras generaciones. En medio de la crisis que había precipitado España, Chile no debía buscar su gobierno al otro lado del atlántico. La libertad ya se vislumbraba y por ello hacia un llamamiento a sus compatriotas para elegir a los integrantes del futuro congreso entre quienes se destacasen por sus capacidades intelectuales.
Fue en la “Aurora de Chile” donde Henríquez desplegó su mayor capacidad intelectual. Innumerables escritos, firmados con su nombre o alguna identificación supuesta, fueron marcando una suerte de ruta ideológica que definía la revolución, y que muchas veces criticaba las acciones del gobierno. Esta labor la continuó en el “Monitor Araucano”, publicación que reemplazó a “La Aurora” en 1813.
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